"Muerte Digna es morir con dignidad, como a cada uno le gustaría morir. En el lugar y con el acompañamiento que desee. No es ni debe ser la que el médico o profesional desea o cree que es la mejor; no somos dioses somos tan sólo seres humanos como los pacientes pero en una situación de superioridad solamente por no estar enfermos próximos a morir y conocer un poco de medicina". Las palabras pertenecen a Felipe Salvador Palazzo, experto en Cuidados Paliativos e integrante del Centro de Atención Integral del Paciente Oncológico.
- ¿Cree que todas las personas deberíamos tener el derecho a una muerte digna?
- Es un derecho de cualquier ser humano. No hay discusión en los papeles pero en los hechos la eutanasia no necesariamente es muerte digna. Recuerdo que sobredosificar morfina o ansiolíticos tapan de alguna manera problemas que como los profesionales de la salud no podemos solucionar.
-¿Qué ocurre en la actualidad con la mayoría de los pacientes terminales?
- Los pacientes en situación de terminalidad tienen suerte dispar según muchos factores; que empiezan desde las condición socioeconómica y cultural del paciente, de la cobertura social que tiene, del médico y equipo tratante y sus creencias y convicciones al respecto de esta temática. - ¿Está a favor o en contra de la eutanasia? - En contra porque considero que cuando se hacen buenos cuidados paliativos, se controla bien el dolor, se controlan los síntomas respiratorios y digestivos u otros; cuando el paciente y familia están contenidos, no hace falta acelerar el momento de la muerte de nadie con sobredosis de opiodes (morfina, nabulfina, meperidina) asociados o no con benzodiazepinas o antipsicóticos. Si al paciente se le proporciona confort físico, psíquico y emocional es muy difícil y hasta imposible que se pida eutanasia.
- ¿Qué opinión le merece el caso de los enfermeros uruguayos que mataron a sus pacientes?
- Pienso en lo que expresó uno de ellos: "me creí Dios, me equivoque". Esta frase resume todo, pues lamentablemente los profesionales de la salud muchas veces nos creemos omnipotentes, que la única verdad es la nuestra, que no existe otra forma de vivir y de morir que la que yo considero. Nos olvidamos de prestar el oído, de usarlos en vez de usar la lengua. Nos falta ponernos en el lugar del otro y de los otros, nos falta comunicarnos, dialogar y conocer que desean nuestros pacientes en esta u otra situación. Miren si esto hubiese ocurrido en países que aceptan legalmente la eutanasia (Holanda y Bélgica). También estaría juzgada la acción, pues en ningún momento se supo la voluntad verdadera de estos pacientes que fueron "asesinados". Y aunque sus familias hubiesen deseado que partieran para no sufrir, la voluntad del paciente prevalece como determinante.
- Si alguna vez un enfermo terminal que está sufriendo le pide que lo ayude a morir, ¿lo haría?
- En 15 años sólo dos veces me han pedido eutanasia, pero por convicción, por cuestiones personales y religiosas, por creencias y conceptos estudiados, fundados y entendidos. Nos hemos negado, pero le ofrecimos los mejores cuidados de soporte y paliativos. Sin embargo, una vez ocurrida la muerte de ellos, en reuniones de equipo, nos quedó la insatisfacción de saber que si bien no traicionamos nuestras convicciones y creencias, no se si actuamos bien con nuestros pacientes.
- ¿Sabe si esta práctica se realiza en forma silenciosa en algunos hospitales?
- Donde hay prohibición hay práctica silenciosa y escondida. Carlos Gheradi, gran eticista argentino, publicó a comienzos de este siglo que en nuestro países en muchas terapias intensivas ocurrían muertes por omisión (no se administraba algún medio de soporte vital), pero sin consentimiento. Si no se dispone de estadística, una práctica prohibida y con tanto tabú queda escondida y subdimencionada hasta que "explota una bomba" (un arrepentido o un colaborador) hace conocer y todo nos parece mucho.
- ¿Cree positivo el debate sobre muerte digna que ya tiene media sanción en el país?
- Me parece extraordinario, pues se necesitan estos debates no sólo por partes de legisladores sino del pueblo en general, sin politizarlo, con opiniones de todos de los que saben, de los que sienten, de los que pasaron estas situaciones o no. De todos. Esta ley pone en el eje de la discusión de la futilidad médica y de la autonomía del paciente ejercitada mediante el consentimiento para hacer o no tal procedimiento teniendo en cuante su utilidad o no.